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miércoles, 4 de abril de 2012

JESÚS, OBEDIENCIA Y AMOR


La obediencia a su Padre
Marcó el gran amor por su creación
Su propia vida de hombre sacrificó
Para glorificar el nombre de Dios
Lleno de timidez y fortaleza
En el lugar llamado de Getsemaní
Sudor de sangre por su rostro rodó
Cerca a sus discípulos, en noche oscura oró:
«Padre, aparta de mí este cáliz amargo;
Pero que no se haga mi voluntad sino la tuya»
Más por una traición y 30 monedas de plata
A sus perseguidores, por Judas fue entregado
Pedro que junto a él había estado
Antes de que el gallo cante dos veces
Tres veces lo había negado
Pilatos lleno de temor pronunció:
«No soy responsable por la sangre de este hombre»
La multitud necia y llena de euforia respondió:
«Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros descendientes»
Dolor, vejamen, burla, golpes, azotes que el cuerpo le mancilló
Con corona de espinas en su frente se le coronó
Más por su amor y obediencia
Todo esto se cumplió
Cargando su cruz de muerte
Hacia el monte Gólgota o de la Calavera, la llevó
Una mujer llorando, con manto blanco su cara limpió
Dejando grabado su rostro, como prueba de ser Hijo de Dios
Sus ropas despojadas y con una túnica tapado
Con clavos sus manos y pies atravesaron
Aún con vida y envuelto en sufrimiento
Su corazón permaneció lleno de amor
Entre la pasión y la muerte
Siete Palabras expresó
Comenzó pidiendo perdón por amor:
«Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen»
Y a la hora tercera, pasado el medio día
A quien lo había enviado, su alma encomendó:
«Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu»
Dicho esto, su vida de hombre terminó
Por obediencia y amor.
Jorge E. Ramírez Clavijo

RECUERDO DEL AYER


El viento fresco, soplaba con sutileza
Se hacía humedad la mañana de aquella estación
Recuerdo cada instante, como el último vivido
Aún siento el aroma de aquel árbol de Pino
Se refresca la ilusión, en cada respiración
Como motiva el volver a vivir
Sintiéndome dueño de tu sentir
En la esquina desolada
Esperando tu presencia, cada mañana me encontraba
Hoy el reloj retuvo su caminar
Me empujo a vivir un recuerdo del ayer
Aquel día te esperé
Para una vez más, tan sólo sonreírte
Mi admiración crecía con la libidinosa observación,
No me atrevía a decirte lo que en silencio sentía Yo
Al día siguiente volví, para la rutina retomar
No me percaté que ese día, para mí nunca más estarías
Te fuiste sin decir adiós
Esclavizando mi vida en el recuerdo
La carta que te escribí conmigo se quedó
Al viento la arrojé hoy
Para que donde sea que estés
Te lea mi adoración
Ahora en el Recuerdo
Ahogo con intriga mi fantasía en desolación.
Jorge E. Ramírez Clavijo

martes, 3 de abril de 2012

VUELO DE ANGEL


Pensando en ti
Mi mirada se perdió
Sobre las olas del mar te alucine
Eras un ángel que de ellas surgió
Tu mirada dulce y tu sonrisa agradable
Tus alas majestuosas
Planean sobre el viento salvaje
Tu suave piel reluce en el firmamento
Tus hermosos cabellos
Confunden al viento
Los rayos del sol
En ellos ganan esplendor
El cielo orgulloso, se muestra perfecto
Las nubes grises
Celosas de tu hermosura
Débil llanto de lluvia han dejado caer sin censura
Mis ojos abrumados de tanta belleza
Una lágrima dulce por la mejilla rodaron
Llenando de emoción
Mi alucinante observación
Jorge E. Ramírez Clavijo

LA TARDE DE AYER


Hermosa figura dibujó la estadía
En una sobria habitación
¿Acaso fue un sueño o una fantasía?
Si no es así, aún no lo puedo concebir
Grabado en mí quedó
La inmaculada intimidad de tu ser
El sabor dulce de tus besos
Las caricias suaves de tus manos
El abrazo confiable junto a mi pecho
El aroma a rosas de tu cuerpo
La tarde de ayer
Deslice mis manos frías y temblorosas
Por tu piel suave y delicada
Deseosa de ser amada te sentí
Aunque la duda y el temor
Rechazaron a la pasión
Suplique piedad al deseo
Y el rechazo mutiló la inspiración
El vino amargo que bebí
Marcó por siempre la ilusión
Aletargue mi corto vivir
Al sueño un suspiro le entregue
El recuerdo me lleva
Nuevamente al ayer
Dejando perdida mi alma
En aquel cuarto de hotel
La tarde de ayer
Conmocionó mi sentir
Esclavo soy ahora de tu piel
Mi cuerpo agoniza en el deseo
De algún día hacerte el amor.
Jorge E. Ramírez Clavijo