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lunes, 14 de noviembre de 2011

EL VESTIDO DE NOVIA


Una mañana de sábado,
Cercano estaba el día en que su padre al altar la llevaría,
Cada mañana al despertar, sonreía, pues durante la noche,
En sueños imaginaba el momento más preciado,
Cuando en la cama de su prometido
Su virginal cuerpo entregaría
Los preparativos eran el tema del día,
La madre preocupada por los arreglos,
El vestido, la comida y los invitados;
El día dedicaba a tan versátil tarea,
El padre por su cuenta,
Solo; la tristeza confundida con la alegría
En cada momento lo embargaba.
En otro lugar el novio, sólo pensaba
En desvelar el velo de su amada.
De repente la voz frágil e inquietante de la novia,
Apresura la paciencia y desborda la calma.
-“Madre, hoy debo medirme el vestido,
Me preocupa que esta tensión me haya bajado de peso”
Era el momento que la joven había esperado,
La ilusión de verse vestida de novia,
Durante mucho tiempo, en su interior la había llevado,
Nada hacía presagiar las sorpresas del destino,
Un amor que ella pensó olvidado,
Un amor que el tiempo creyó había matado,
Esa tarde haría aparición,
Después de un largo letargo
De barreras y obstáculos derribar
A su verdadero amor venia presuroso a encontrar
Al abrir la puerta que lleva al balcón
Una figura que ella conocía,
Como fantasma entre las sombras aparecía.
Presurosa ella corrió al portón principal,
Entre nervios y desconcierto su agitado corazón,
Por el impulso se dejó llevar
¿Era real o su mente deliraba?
En el fondo su alma deseaba
Que esa imagen, que en el balcón se dejó revelar
En la puerta pudiera estar.
¡Vaya sorpresa!
Cuando de pie frente a ella
Con una sonrisa ligera,
Con un ramo de flores y con la promesa cumplida
Después de varias lunas,
Aquél, que ella pensó no más vería
Sus brazos, esa tarde le extendía.
Decisión la del momento,
Alguien tendría que llevar el lamento.
Un amor eterno que ella nunca podría olvidar
O un vestido perfecto, con ilusión de modelar frente a un altar.
Jorge E. Ramírez Clavijo

AÑORANZA


Desde el día que te marchaste,
No hay noche que mi mente no te llame
Al despertar en cada mañana
Mi alma te espera y mi corazón te extraña
La carta que me dejaste aún no termino de leer acontece
En la mesita de mi cuarto me recuerda el ayer
Sueño con aquel día de tu partida y
Sonámbulo espero tu regreso.
Al lugar de la despedida
Como zombi voy a buscarte;
No me he percatado de los días
Pareciera que fue ayer,
Mi rostro en el espejo
Ha perdido lozanía
Desde aquella despedida
Mi pelo emblanquecido, como hilo de plata
Testigos son, del tiempo que esperando llevo.
El día que te marchaste
Una lágrima por mi mejilla rodó
Y heridas en mi corazón dejó.
Jorge E. Ramírez Clavijo

jueves, 3 de noviembre de 2011

ES CRISTO, QUIEN TE LLAMA


Desde el día en que te conocí
No hay noche ni día
Que no piense en ti
Cada mañana al despertar
Mis ojos se abruman con la esperanza
Mis labios se suavizan
Con tus palabras
Mi aliento se hace más fresco
Por la bondad de tu espíritu
Cada paso de mi vida
Es guiado por ti señor
Ahondas conocimiento y sabiduría
Para entender ¿por qué?
Con pasión, entregaste tu vida por mí
Ahora, queda en nosotros escuchar tu llamado
¡Escucha hermano!
Es Cristo, quien te llama
Se acerca más a ti
Sonriendo él te dice:
¡Ven a mí!
Cierra tus ojos ya, y déjate llevar
Sí, él te eligió a ti
Y tú debes decir:
¡Sí señor!
¡Estoy aquí!
¡Estas en mí!
No temas su llamado
Él te iluminará
Si llama a tu puerta, ábrele y hazle entrar
Y así podrás, a todos dar su amor.

Jorge E. Ramírez Clavijo



miércoles, 2 de noviembre de 2011

TRISTEZA, ENGAÑO Y FORTALEZA


Fácil sería arrancar las hojas de los árboles
Para dejar que el Sol entre por sus ramas
Fácil sería derrumbar los muros
Para evitar saltar sus obstáculos
Fácil sería alejarme
Para evitar enfrentarte
Fácil sería juzgarte
Sin antes entender tus motivos
Fácil sería dejarte a la deriva
Sin antes ayudarte a llegar a buen puerto
Fácil sería repudiarte
Sin antes repudiarme a mi mismo
Buscamos siempre en la vida lo más fácil
Sin saber ¿Qué es lo que más vale?
No tengo derecho a juzgarte
Tú sólo Tú debes hacerlo
Muchas veces en nuestras oraciones
Pedimos Perdón a Dios por nuestras ofensas, invocando
¡Así como nosotros perdonamos a quienes nos ofenden!
Pero cuando nos ofenden, nos llenamos de odio y perversión
Que deseamos acabar con quien nos ha ofendido
Donde quedó la humillación, la misericordia que día a día pedimos
Siento tristeza sí, por el engaño
Pero también tengo Fortaleza por que ello
Me permite saber que ya no seguiré siendo herido.
Así con amor te digo:
Hazme llorar con la verdad
Para que no me destruyas
Con la mentira.

Jorge E. Ramírez Clavijo